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La amabilidad en las palabras crea confianza. La amabilidad de los pensamientos crea profundidad. La amabilidad en el dar crea amor. Lao Tse.

Me alegra contemplar de nuevo cómo Madrid resurge en sus rincones, cómo encuentro cada día a personas realmente maravillosas y trabajadoras en este pedacito de España.

Cerca de la Gran Vía –donde la vida cotidiana y el famoseo se dan cita día sí y día no–, en uno de sus muchos afluentes y tocando casi ya la Plaza de España, se encuentra la calle de la Flor Baja (許巴哈). Allí, como si de una pequeña y preciosa flor de loto se tratara, se llergue magesuosa y a la vez sencilla la Caso Lafu, el mejor restaurante de huoguo de todo Madrid.

El Huo Guo, literalmente olla caliente, es una forma de cocinar del arte culinario familiar chino, que se extiende por el norte de China durante la dinastía Tang (618-906 d.C.). Como bien dicen en Casa Lafu, más que una comida, es una ceremonia en la que participan todos los comensales: en el centro de la mesa hierve una olla con un caldo nutritivo y aromático, en el que dejaremos cocinar pequeñas porciones de alimentos variados durante más o menos tiempo, según el gusto de cada uno, al estilo de la foundé. Cocinando y charlando, riendo y bebiendo se disfruta mucho de la compañía de amigos y familiares.

Hace pocos días tuve el inmenso placer de disfrutar de este tipo de gastronomía junto a Julia y a Alex en esta Casa. De Alex ya os hablaré en el artículo sobre El Bund…, hoy sólo quiero darle las gracias y mi enhorabuena: pocas personas tan sencillas y magnánimas he conocido como él. Con Julia la historia se repite, y para bien.

Hace más de una década, Julia Zhou y su marido comenzaron una aventura que les ha llevado a tener, a día de hoy, los dos mejores restaurantes chinos de toda España. Eso es un trabajo bien hecho. En concreto, Casa Lafu está diseñada de tal forma que, nada más verla, te traslada a un rincón de Shanghai o a un hotelito de Sichuan. Los ocres y terrosos colores de la madera y el aguamarina de las paredes te acercan a la magia del país que por algo lo llaman “todo bajo el sol”. La decoración al unísono te involucra todos los sentidos para que disfrutes de una exquisita experiencia.

Admirable también es el abrazo y el tacto, y la mirada limpia y atenta, con los que te acoge y sirve el estupendo equipo de sala de Casa Lafu. Hasta resulta enriquecedor y musical escucharles hablar entre ellos, siempre de manera discreta, esa lengua propia de Shanghai, que proviene del chino wu –no del mandarín–, tan parecida a la que se habla en Suzhou. En esa lengua escuhé más tarde al maestro de cocina, el chef Hao Chen, magnífico y ejemplar en su arte: os recomiendo provar sus sugerencias y la magnífica forma de cocinar al wok que tiene.

Curiosamente, el Fu es uno de los primeros estilos de poesía china, propio de la dinastía Han (206 a.C–220 d.C.). Al final de ésta, china se divide en tres reinos: uno de ellos será el Wu, cuya lengua será de la que provenga la hablada en Shanghai. Y, realmente, cuando uno está en Casa Lafu es como disfurtar de un tranquilo, agradable y probundamente sabroso poema, realizado con el buen hacer de Chen, el acompañamiento del equipo de sala, el abrazo del entorno y la mirada siempre atenta y cariñosa de Julia.
Enhorabuena, en esta Casa se come, se disfruta, se goza y se da importancia a las cosas que verdaderamente la tienen. Volveremos, y os hablaremos de los otros tipos de cocina que usan y del nuevo maridaje que Julia va a darle a su Hogar.

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