Hace unos días comencé a escribir lo que llevaba barruntando meses, y surgió como una nueva poética, con cuerpo de espinela. Aquí os dejo las primeras.
I
Hermanos de la tristeza,
Con frío rotas las tripas
-Destrozadas alegrías-,
Heridos con mil rarezas
Vivimos hoy sin destreza,
Olvidados del te quiero,
Sumergidos en enero,
Sin más méritos que el agua,
Llevando vacía el alma
Llena de un grito sincero.
II
Ayer hui de tu lado
Atravesado de lodo,
Simulando ser un lobo
De tus caricias hastiado,
Eternamente cansado,
Exiliado y abatido,
En mil pedazos partido,
Enredado en puro viento,
Ensoñado en miel de un cuento
Del que libre haya salido.
III
Buscaba una piedra rara,
Algo que ya no se lleva
-Como el azúcar que eleva
Su trino en la vieja caña-.
No se me dio mal la maña
Ni creí en el destino,
Supe siempre que el camino
Se hacía andando despacio,
Como el antiguo topacio
Cromático y cantarino.
IV
Amores de siempre son
las mentiras que contamos
porque jamás los amamos
ni les dimos el calor:
aquel que nos dio ese Dios
que por nosotros ha muerto,
Aquel, que al llegar a puerto,
sin prisa resucitó
definiendo el corazón
Más Acá de todo encuentro.
V
No te creo cuando gritas,
cuando te vuelves enana…
¡Ni que el ruido en tu ventana
sea lo que te defina!
No te creo, aunque atinas
en tus lamentos tan rotos,
porque sólo son despojos
de tu alma enrarecida,
que sólo succiona vida
apagándola en tus ojos.
VI
He visto crecer muy lento
las raíces de tu tierra:
ahora las llamo espera,
ayer las nombré en el viento…
Había sido el silencio
hasta que llegué a tu vida,
angustiada, malherida…
Allí no pude callar:
sólo te quería dar
un poquito de alegría.
VII
Siete fue siempre perfecto
para las manos que venden…,
para mí, que soy un duende,
es como vivir el desierto.
Nunca sabré si el acierto
del trabajo sin dinero
-que es aquello que yo espero:
saber vivir de verdad
eliminando ansiedad-
podrá hacerme más sincero.