
Ideologísimas de género vs. Familia
En la materia que llamamos humana se da un hecho que antecede a todas las civilizaciones y a todas las comunidades: la familia. Podemos afirmar que la familia es la unidad del estado, la célula que permite su formación. A su alrededor se da todo ese complejo de virtudes humanas que separa al hombre de la abeja y de la hormiga. El pudor es la tela que cubre dicha tienda. La libertad es el muro de dicha ciudad. La propiedad no es sino el ámbito familiar. Y el honor no es sino su blasón.
Gilbert K. Chesterton
Siempre que hablo de la familia surge la polémica, porque en este mundo la ilusión enmascara la realidad y la opinión pasa por conocimiento. No obstante, la polémica no me disgusta, si surge cuando defiendes los fundamentos del hombre y de la sociedad. Como tampoco dejaría de ir a la guerra si es para defender la vida y la libertad. Algunas veces debemos entregar nuestra sangre: sólo los mártires han cambiado la Tierra.
El hecho que antecede a toda sociedad y a toda civilización es la familia: una madre, un padre y, posiblemente, un hijo. Y digo posiblemente porque con un padre y una madre así es, aunque a veces no ocurra. Este triángulo familiar se fundamenta en otros dos, más biológico uno y más trascendental el otro: el padre es un varón, la madre es una mujer y el fruto de sus entrañas o varón o mujer, por un lado; y el padre es uno, la madre es una y el hijo uno, varios o ninguno. Así ha sido antes de nada y así será después de todo, y en el trayecto.
En todas las Edades de los Hombres han existido ciertos personajes que –con una calculada, falsearia y sentimentaloide propaganda del error– han querido destrozar al hombre, para poder manipularle a su antojo y, así, conservar el poder, la potestad de absorber la vida de los otros, como auténticos nosferatus. Para lograr esto, primero han de cargarse la familia, puesto que ése es el único reducto donde somos libres y donde nos quieren por lo que somos, no por lo que tenemos.
Algunas veces, cargarse a la familia suponía matarlos a todos y dejar sin descendencia a los supuestos enemigos…, o esclavizarlos de por vida…, o alguna que otra barbaridad semejante. Hoy en día, el asunto se lleva de forma más ladina. Hoy en día se ha optado por eliminar el significado de esa palabra –familia– y se denomina familia a cualquier tipo de unión o, incluso, de pasatiempo. Es demoledor lo que han conseguido. Efectivamente, el hombre se ha convertido en un lobo para el hombre. Y, claro, si todo es familia, nada lo es. Hoy en día prima el maltrato moral, el afectivo y el psicológico.
Primero eliminan cualquier cosa que tenga que ver con la lealtad y la fidelidad, después comienzan a decir que las personas decidimos quién vive y quien muere –sobre todo si eres tú la que vas a parir…, ya ni siquiera es dar a luz– y, además, legislan a favor de ello –debe ser que se creen que como es legal es bueno–; más adelante se inventan que en el ser humano hay distintos géneros, y para que todos se lo crean –no que lo demuestren– lo repiten sin parar al estilo Goebbles. Además, se cargan a la mujer no igualándola sino identificándola con el varón, se menosprecia a las que deciden ser amas de casa, de la misma manera que se menosprecia a aquel que no quiere ser democrático; y, por fin, llegamos al momento en el que la familia ya puede estar constituida por cualquier tipo de unión: varón y varón, mujer y mujer, varón y mujer, mujer y varones, varón y mujeres…, y esto hablando sólo de esas dos posibilidades –varón y mujer–, que si introducimos los géneros y sus respectivos múltiplos no ganamos ni pa pipas.
Sin embargo, y estando así las cosas, hemos de saber que ni todos estos extremos, locuras y realidades malsanas –que se pasan el rato infectando y envenenando a los hombres, y corrompiendo a la humanidad– se acercan tanto al auténtico enemigo, aunque también lo sean. El profundo enemigo de la familia y del amor es uno mismo, como dice Chesterton, es la falta de desarrollo interior humano, la pobreza de espíritu, el aburrimiento y la frivolidad, la asombrosa ausencia de imaginación, la que lleva a hombres y a mujeres a desesperar de la familia y del matrimonio, o por lo menos, de su familia y de su matrimonio tal y cómo lo experimentan.
Puede que algunos seres humanos no lleguen nunca a ser padres, incluso que vivan toda su vida sin formar una familia, pero lo que es absolutamente cierto es que siempre serán hijos y pertenecerán a una familia…, y esperemos que sea para bien.