
El pensamiento crítico es la capacidad del ser humano para analizar una información que se nos presenta, sometiéndola a un juicio objetivo a través del análisis lógico de sus razonamientos o argumentos a través de la información y la experiencia, comparando diversas fuentes, aunque estén condicionadas por una ideología que contamine nuestro discernimiento, y dudar de manera equilibrada y evidente ante certezas que se nos presenten como verdades absolutas. Por otra parte, debemos descartar el escepticismo (mentalidad de la no existencia de la verdad), puesto que en ese caso no habría ninguna verdad que juzgar, y evadir las influencias y opiniones ajenas que puedan condicionar nuestro juicio para elaborar una imagen objetiva y propia.
El ser humano es un ser racional, es el único ser con la capacidad de pensar, característica que lo diferencia del animal. Ser racional implica, además, reflexionar, cuestionarse y aprender constantemente sobre algo nuevo. En base a ello, tiene la habilidad de relacionar conceptos de manera racional, explicar fenómenos y extraer conclusiones para concebir un pensamiento objetivo, crítico y propio: buscar la verdad o interpretar algo objetivamente. Esta sed de aprendizaje es la que explica por qué el ser humano es racional: porque reconoce su ignorancia y trata de llenar ese vacío con lo que aprende.
Considero el pensamiento crítico del hombre una de las más importantes habilidades a la hora de desenvolverse con la ingente cantidad de información hoy en día y saber interpretarla. Es una de sus facultades para el entendimiento en cualquier campo, y para el desarrollo lógico y la personalidad del individuo, e invito a que se fomente en la mayoría de los ámbitos, especialmente en la educación. Por ello, expongo mi deseo en ensalzar su relevancia.
Es en política donde más se agudiza el hacer un juicio crítico sobre lo que nos comunica un burócrata subido en un trono. Nunca hablarán con objetividad, sino con argumentos que les pongan en buena posición y que los exculpen frente a su competencia, tratando de ridiculizarla; mientras que lo que debería interesar al receptor es la ideología que difunde, dejando atrás montones de aportaciones subjetivas de los miembros del partido que tratan de embotar las mentes. Por eso es importante que tengamos un pensamiento crítico: para despojar a los partidos de la ponzoña que los alaba y analizar lo que se nos dice para contrastar con criterio si es razonable y lógico. Así, y comparando diferente información, no seremos embaucados por políticos, sabremos sus intenciones realmente y podremos decidir con sensatez.
Por desgracia, a la hora de elegir un partido, se busca aquel que represente mejor la mentalidad del ciudadano, y puesto que por cada persona hay una idea diferente, nadie estará satisfecho en su totalidad. A mi juicio, votemos a quien votemos, una vez esté en lo alto, se olvidará de su misión como representante del pueblo y acabará siendo esclavo de su embriaguez y poder, sea quien sea. Son diferentes perros con los mismos collares.
Dejando a un lado las influencias políticas, quiero resaltar el mensaje de una de las novelas que más me ha marcado: 1984, de George Orwell. Esta novela de ficción distópica nos presenta una sociedad sometida por una entidad todopoderosa y dictatorial. La idea del escritor me parece completamente lúcida, algo actual, porque la mejor herramienta para someter a una población se resume en esta frase del libro: “Los dos fines del Partido son conquistar toda la superficie de la Tierra y acabar de una vez por todas con la posibilidad de pensamiento independiente”. Y es que cuanta menos capacidad tenga una persona de pensar por sí misma, más manipulable se vuelve, y por tanto se la puede someter. La sociedad proletaria de la novela es la que carece de juicio propio, gracias a los designios del Gran Hermano hechos realidad por los ministerios del Partido. Es decir, el Gran Hermano ha usado la mejor estrategia para gobernar: privar a la población de raciocinio, lo que recuerda a la Rusia stalinista.
Otra frase del libro dice así: “Hasta que no tomen conciencia no se rebelarán, y sin rebelarse no podrán tomar conciencia”. Si una persona no tiene pensamiento crítico ¿qué criterio de decisión va a tener si su mente se cierra? Pero la estrategia del antagonista para tomar el control de los proletarios se resume con el slogan del Partido: “Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado”. Respuesta: modificar la propia historia de una nación en favor de un régimen totalitario para que así la vean los ciudadanos. Por eso es importante informarse de todas las fuentes posibles y sacar en claro una conclusión objetiva y lo más cercana posible a la verdad.
Un rasgo, a mi parecer preocupante, común en aquellos que carecen de pensamiento crítico es la tendencia a idolatrar a individuos solo porque tengan un prestigio reconocido. Esto se debe a que, como estas personas asimilan que estos individuos destacan, su intelecto les dice que, si otras personas les consideran buenos, estos deben creerlo ciegamente, lo que no deja de ser un error. El no tener una mente abierta les hace incapaces de informarse por su cuenta y de crear una opinión, y la palabra de alguien que no se ha molestado en investigar carece de valor. Un ejemplo claro lo encuentro en Albert Einstein. No digo que esté sobrevalorado, ni mucho menos, le debemos avances cruciales en física, pero como el resto de físicos, no deja de ser humano, y cometió errores, como negar la expansión del universo, puesto que creía que era estático y explicó la no colisión gravitatoria entre galaxias por la constante cosmológica. Varios científicos trataron de hacerle ver su error (Friedmann, Lemaître, Hubble…) y al final, como buen caballero y científico, reconoció su error gracias a los argumentos sólidos y razonamientos lógicos y experimentales de otras figuras especializadas. Con esto se sacan dos conclusiones: no idolatrar a seres imperfectos o juzgarles sin conocimiento y saber rectificar sin prejuicios cuando hay argumentos mejores. La palabra eminencia no deja de ser humana.
Opino que, si queremos hacer justicia a la importancia del pensamiento crítico, debemos empezar por fomentar su educación. En las escuelas se debería dar importancia al desarrollo cognitivo de los estudiantes más jóvenes para que durante su madurez se fortalezca. Hay que incentivarles a que se interesen por llegar a conclusiones contrastando información sobre hechos, por lo que deberíamos dar más importancia a la lectura de calidad desde edades jóvenes. Y no influir sobre ellos para crearles una opinión política que no es la suya. Dejemos que sean ellos quienes decidan, no sus padres o profesores, por lo que enseñémosles a pensar con objetividad y a cuestionarse los absurdos estereotipos de nuestra sociedad consumista y lo que en el mundo se pinta como la verdad, sin llegar al escepticismo absoluto, por lo que demando la obligatoriedad de la asignatura de filosofía desde comienzos o mediados de la Educación Secundaria Obligatoria.
Una persona con pensamiento crítico será capaz de hallar una respuesta veraz a través de la lógica si le preguntan acerca de un tema en concreto, argumentarles si tienen razones para opinar lo contrario (siempre respetándolos si discrepan) e influenciar a otros en la medida de lo posible, para que estos, a su vez, elaboren un juicio objetivo del mensaje. Por ello, no debemos dejarnos arrastrar por las opiniones ajenas, sino tomar en cuenta la parte veraz que nos trasladan. Y, concluyendo, creo que es un sofisma decir que al incentivar y fomentar el desarrollo crítico se nos infunde a un canon más de pensamiento dogmático, porque el pensamiento crítico nos brinda herramientas para buscar la objetividad e interpretar libremente esa información sin atenernos a ningún dogma.