black withered tree surounded by body of water

¿De dónde le viene el éxito a la leyenda? De las raíces que guarda todo misterio desvelado, porque en esas raíces duerme siempre un hombre bueno. Qué grande es el abrazo que te hace comprender y acercarte sin vergüenza a la sencilla grandeza de la verdad. Porque aquel que tenga la virtud de saber mostrar sin pretensiones lo que para los demás está oculto, todas las noches de su vida dormirá tranquilo allí donde el mundo cobra su sentido. No hay nada mejor que saber para lo que uno ha nacido, salvo quizá conocer la respuesta a por qué ha nacido. Y así es como nacer se convierte en la aventura más sublime de todas. Que Dios nos libre de asesinar a nuestros hijos, castrando esa aventura.

Toda leyenda trae consigo una verdad oculta, y cuando se despoja de todas las sandeces que la adornan –por muy bonitas que queden–, surgen una, dos o varias personas que nos vuelven a poner en nuestro sitio, que vuelven a gritarle al presente la total aberración que sufre: la falta de libertad. Esos hombres y mujeres que han hecho del Mundo un lugar habitable, algo humano, nos gritan, con cada poro de su vida, ¡cobardes!

Como decía Steve, el problema del mal en el Mundo es que los buenos hacen poco. Quizá es que están siendo envueltos por esa losa babosa y despreciable que una parte de la sociedad pone sobre todos los que intentan levantar la cabeza, para intentar dejarles sumidos en un sueño erótico-festivo con visos de paraíso terrenal incipiente. Hay que fastidiarse, para que luego digan que la herencia de Goebles ha muerto.

Los humanos que viven en los mal llamados países desarrollados se están volviendo mediocres, salvo las honrosas excepciones que aún luchan por respirar en este opresivo ambiente donde se pisotean las libertades y cualquier tipo de derecho, eso sí, haciéndote creer que es lo mejor para ti. Y no pienses demasiado, que luego llegan las rebajas y no te da tiempo a comprar.

Antiguamente nos guiábamos por calendarios más divinos o más naturales, hoy en día lo hacemos por fiestecillas enanas de libertad, motivos oropelarios impuestos por centros comerciales que vienen a nosotros como si fueran nuestros hogares, y por los insidiosos e insistentes horarios escolares. Esto sí que es civilización, claro.

Es penosa la idea de pensar que vivimos en el lado desarrollado del planeta; quizá lo fue pero, desde luego, hoy por hoy deja mucho que desear. Desde la utilización que se hace del ser humano vivo hasta la propensión y ansia que se tiene para destrozar a los que aún ni siquiera han nacido, pasando por todas las vejaciones posibles para engañar, mentir y destrozar cualquier visión de la verdad. Los que así actúan –que siempre están en los puestos más altos y en las primeras líneas de los eventos socioculturales– siempre persiguen el poder, están constantemente dando por saco, intentando institucionalizar hasta la trascendencia propia de los hombres, esa grandeza que tantas glorias ha dado al mundo y al arte.

No hay nada como institucionalizar algo para corromperlo, pero –ya se sabe– todos los ignorantes y pazguatos intentan hacer moda lo que jamás entenderán porque se piensan que poseyendo algo su espíritu entrará en ellos volviéndoles inteligentes y sensibles. Son como algunos de nuestros ancestros, que pensaban que comiéndose el corazón de otros hombres cogerían su fuerza: en fin, que son unos salvajes; unos desgraciados que en sus horas más sórdidas viven inmersos en orgías de mercadillo donde ellos se convierten en diosecillos del Olimpo. Y es que aún existen entre nosotros palurdos sin cabeza, burgueses de medio pelo que siguen pensando que Grecia fue la gran civilizadora y Roma la grandeza del Mundo. Menos mal que aún queda algún sensato por aquí y, como dicen en El Milagro de P. Tinto, sigue opinando que “…los romanos… una mierda al lado de los etruscos”.

De todas formas siempre quedarán hombres que devuelvan al ser humano su grandeza, sabiendo vivir al lado y morir por el amigo, que, como dijo el gran Civilizador, es lo más grande que por amor puede llegar a hacerse. Así es, siempre surgirán leyendas de héroes que supieron abrazar en un mundo ruin que se pega en tu espalda intentando hacerte besar el suelo. Esos héroes vuelan libres, están hechos de una pasta que es una rara aleación de sudores, temblores y sacrificio: un metal raro y absolutamente resistente que tiene el poder de descubrir y mostrar la belleza.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *