
El Rastro
Los espejos se emplean para verse la cara, el arte para verse el alma.
G. B. Shaw.
De vez en cuando, tenemos la alegría de disfrutar de momentos sencillos, donde la compañía es perfecta y el entorno una auténtica gozada. La verdad es que estos momentos deberían ser el común denominador de nuestros días…, y no sería demasiado difícil conseguirlos. El problema es que casi ni pensamos en ello, como si no nos los mereciéramos y disfrutarlos fuera como algo casi prohibido, sólo disponible en vacaciones. Absurdo.
La compañía fue perfecta porque ¿que mejor que un amigo para disfrutar de algo hermoso? El entorno una gozada porque ¿qué mejor que pasear por Ávila, no sólo entre sus murallas, sino por las laderas de Casas del Puerto de Villatoro –del que ya escribiré algo otro día– y comer pegado a las piedras de antiguo junto a la puerta de la Muralla en el Mesón El Rastro?
Desde que nos vieron aparecer por la puerta nos trataron con el cariño del que quiere agradar, sonreír y abrazar. El calor en la calle era intenso, por lo que el frescor del Mesón nos sedujo doblemente. El primer abrazo fue de Angelines, “la jefa”, y no cayó en saco roto: decidimos almorzar allí, disfrutar de los ricos manjares de esa gran tierra, que es Castilla, reinterpretados en las entretelas de Ávila.
Poco hay que decir del material y de su preparación: excelente. Papas revolconas, parrillada de verduras, revuelto de la casa –que quitaba el hipo– y, de segundo, como no podía ser menos, el chuletón. Qué os voy a contar que no sepáis ya o que no podáis imaginar. Lo que no sabéis es la tranquila y preciosa sonrisa que nos agradó la velada: en una tierra deonde el material de por sí ya es bueno, y la cocina lo deja en su punto, el éxito de un lugar se mide por las manos que los visten, por los labios que lo cuentan y por los ojos que lo susurran. Las personas siempre son y serán lo más importante.
Así nos impresionó Sara, así nos trató: con el buen hacer de la persona sencilla que sabe llenar de naturalidad y sencillez cada uno de los momentos que pinta. Por cierto, excelente la elección del vino.
En fin, no pudimos decirlas adiós, simplemente les dejamos un “hasta luego, gracias de veras por vuestro abrazo”, prometiéndolas al menos un artículo en agradecimiento. Después caminamos tertuliando hasta la terraza del Parador, y la tertulia con don Josemaría fue una de las más interesantes de este año, pero eso es otra historia, y será contada en otro momento.