
La vida es como un tornado de vivencias, emociones, información, actividades, acontecimientos… Y pararnos, en un momento de cordura, a escribir nuestros pensamientos, propósitos y deseos es como aprovechar en la calma de la tormenta para atar una cuerda a una roca, de modo que sirva para lanzarse de nuevo al torbellino sin miedo a perderse.
Las letras de mi pluma son como los hilos de esa cuerda anclada en la memoria: me aportan la seguridad de que, en el momento preciso, tendré donde agarrarme, y que, tirando de ella, siempre podré hallar el camino de vuelta.
La escritura es medicina para el alma: nos inmuniza y nos prepara. Las páginas de mi diarioson como a Hansel y Gretel las migas de pan en el bosque: marcan el camino de vuelta a casa.
Todos por un tiempo deberíamos escribir nuestras memorias en nuestro cuaderno debitácora. Especialmente en los momentos de caos y de tempenstad. Para nunca olvidar quienes somos ni a dónde vamos.