wooden boats moored under pier on lake

Crítica a “Los Roles de Género”

El sentido común: esa rama extinta de la psicología. Chesterton

Hoy en día, la Ideología de Género –esa nefasta metafísica– ha calado tanto en la sociedad que, por desgracia, se admite sin ninguna réplica hasta en ámbitos universitarios, donde se presuponen la crítica, la investigación y la seriedad; y digo se presuponen, por que la realidad es bien distinta: sobre ciertos conceptos se da una especie de hiperproteccionismo abismal, irracional y profundamente paradójico.

Por ejemplo, y entre muchos de ellos, una magnífica mujer me mandó un artículo que les habían publicado en la revista de la Universidad de Loyola en Sevilla (http://www.loyolaandnews.es/loyolacampus/roles-genero-en-el-desarrollo-de-la-infancia/), para que le diera mi opinión. Lo que se dice opinión…, la verdad es que tengo más bien poca; lo que sí tengo es la siguiente crítica.

Primero, me parece asombroso la manera de utilizar las realidades humanas más profundas y ancestrales para, precisamente, intentar destruir lo que es humano. Se trata de destrozar la humanidad desde dentro. Una de las habilidades que los predicadores de la Ideología de Género han desarrollado –al estilo Gorgias– es la capacidad dictatorial del reduccionismo y la confusión: el relativismo. Una de las primeras cosas que hacen es reducir la realidad sexuada humana a sexo, y el sexo a biología, para dejar la puerta abierta a la justificación de la autoidentidad, habiendo reducido la autoidentidad anteriormente a gustos, principalmente sexuales: he ahí la paradoja.

Confunden autoidentidad con autodeterminación y con personalidad, todo en aras de una libertad ilimitada intelectualmente, que sólo puede, en la práctica, ser limitada por la Ideología de Género, es decir, por sus adalides. Para ellos, la realidad del ser humano se construye a través de sus ideologías. No es algo que haya que descubrir, investigar y, sobre todo, aplaudir sino algo que hacen y rehacen a su antojo. Piensan que pueden dominar la naturaleza, crear y recrear según sus parámetros: en el fondo se piensan dioses.

Pero la realidad, igual que la salud y la enfermedad, la capacidad y la discapacidad y tantas otras cosas, es absolutamente objetiva, aunque sea vivida en sujetos.

Imponer la idea de que en el ser humano se dan géneros, que son construidos por la sociedad, la familia o la libertad personal del individuo es tan totalitario como decir que la mujer sólo vale para procrear. Desde que terminó la Edad Media –donde las cosas estaban más claras, más reales, más universitarias– y pasamos al siglo de los renacimientos la falta de seriedad en la investigación –salvo en la tecnológica– ha ido arrancando la verdad de nuestras manos, de nuestro pensamiento y de nuestros corazones, hasta sumirnos en una realidad gris, insípida, ambigua, relativista y profundamente confusa, sobre todo en lo que se refiere a la ética.

En el artículo que nos ocupa se mencionan algunas realidades interesantes a la hora de investigarlas, pero, sinceramente, son realidades sobre las que se lleva escribiendo miles de años –un ejemplo de ello son algunos de los puntos que aparecen en el Código de Hammurabi, donde se tratan, entre otros, los derechos de la mujer, los derechos en el matrimonio y los derechos de los menores–. Lo que sí he de decir es que, antes de escribir un artículo sobre esos temas, los escritores debería investigar lo que es la identidad personal, el derecho a la autodeterminación, la realidad sexuada –que no sexual– del ser humano, la realidad de la la libertad en el hombre y la unidad que existe en cada individuo humano entre su vida, su física-química y su trascendencia.

Recomiendo que comiencen con la lectura de Persona, Mapa del Mundo Personal, La Mujer y su sombra y La Mujer en el Siglo XX, del humanista Julián Marías; escritos sobre el amor, de Ortega y Gasset o de Eric Fromm; Carta de una desconocida, de Stefan Zweig; El amor o la fuerza del sino, de Chesterton o El gran divorcio, de Lewis. Y esto sólo como aperitivo.

Pero, sobretodo, les insto a que investiguen, utilizando el sentido común y la pasión por descubrir esa realidad tan inmensamente rica en la que vivimos, y que no se dejen dominar por los totalitarios que buscan construir el ser humano a su imagen y semejanza, para poder así justificar todas sus depravaciones, sus obsesiones y sus ansias de divinidad.

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